COMPETITIVIDAD Y AMBIENTW MACROECONOMICO DE LA REPUBLICA DOMINICANA

Competitividad y ambiente macroeconómico

 NUEVA YORK,  USA.- En la Economia Dominicana, existe un generalizado acuerdo de que el crecimiento económico es importante para el desarrollo humano y el bienestar. El crecimiento crea los recursos necesarios para una mejor educación, salud y seguridad, y por más altos ingresos. Aunque el crecimiento no garantiza el desarrollo humano, no hay ejemplos de países que estén mejorando el bienestar de sus poblaciones sin crecimiento. (…) En lugar de focalizarse en bienestar, la medida del progreso económico y, consecuentemente, del análisis económico y de las políticas son dominados por los titulares de los números del PIB, estimulando la confusión entre medios y fines. No obstante, el crecimiento económico no debe ser un fin en sí mismo. Debiera contribuir con el bienestar humano, estar enraizado en la legitimidad política y estar definido y medido con base a una noción multidimensional de progreso económico (…)». The Global Competitiveness Index 2017-2018, World Economic Forum

No hace falta decir que la economía dominicana ha sido, en los últimos veinte años, líder en crecimiento en toda la región latinoamericana; tampoco hace falta decir que es uno de los crecimientos que menor impacto relativo ha tenido en los indicadores sociales. Es una paradoja que ha llamado la atención de especialistas y organismos internacionales por igual. En el más reciente reporte sobre la competitividad global del Foro Económico Mundial se abren algunas vías -ya sospechadas intuitivamente- para entender el porqué de tal paradoja.

De acuerdo con los resultados del citado informe, el ambiente macroeconómico de la economía dominicana es el pilar con mejor desempeño dentro de los doce pilares que son tomados en cuenta para calcular el índice de competitividad. Al ocupar la posición 49 en el entorno macroeconómico -notoriamente muy por encima de la posición 104 que ocupó en el índice global de competitividad-, la República Dominicana superó a un gran número de países, tanto desarrollados como subdesarrollados. Entre los primeros, llama la atención que dicho ambiente fuese mejor que el de Francia (59), Reino Unido (68), Estados Unidos (83), España (90) e Italia (96). La explicación se debe -en parte- a que esos países fueron muy afectados por la gran recesión de hace unos diez años, a la que respondieron con una masiva política de endeudamiento; lo que, a su vez, se ha convertido en una seria amenaza al ambiente macroeconómico.

En el segundo grupo, países subdesarrollados que quedaron por encima del nuestro en el índice global de competitividad, la República Dominicana superó en ambiente macroeconómico a Nicaragua (51), Honduras (52), Guatemala (54), Costa Rica (79), Uruguay (95) y Jamaica (111), entre otros. El factor que mejor impactó al entorno macroeconómico fue la inflación, en la que el país quedó posicionado como número 1. El déficit del gobierno (74) y la calificación crediticia del país (72) fueron los factores negativos que tuvieron una mayor incidencia.

De manera que con un posicionamiento relativamente bueno en términos macroeconómicos la economía dominicana quedó, sin embargo, en una lejana posición en el índice global de competitividad. Las razones que explican tal contraste son las mismas que explican por qué el crecimiento económico tiene tan limitado impacto social. Para tal fin, es recomendable detenerse en dos pilares muy reveladores: el de las instituciones y del mercado laboral. En el pilar de las instituciones nuestro país quedó ubicado en la posición 129; esto es, apenas ocho países de un total de 137 evaluados quedaron por debajo de la República Dominicana. Sencillamente escandaloso. Dentro de ese pilar hay 21 factores que entran en su cálculo. Se destacan entre ellos la credibilidad de los políticos y el favoritismo en las decisiones de los funcionarios públicos. Ambas categorías se ubican en el lugar 136 de 137 países. Por encima de la posición 130 se destacan también el trasiego o desvío de los fondos públicos (135), la fiabilidad de los servicios policiales (132), el comportamiento ético de las empresas (132) -como ven, no solo el comportamiento ético del gobierno- y la eficiencia del gasto del gobierno (131). Asimismo, se destacan la independencia de la justicia (130) y los costos que el crimen y la violencia representan para los negocios (125). Todos estos factores lo que configuran es un cuadro institucional desastroso para el presente y el futuro del país. Es inconcebible que solo un pequeño grupo de países estén institucionalmente peor que nosotros.

En cuanto a la eficiencia del mercado laboral, la República Dominicana quedó ubicada en el lugar 117, también en la cola de los países evaluados. Entre los factores importantes en esta categoría se encuentran la retribución y productividad (123), las prácticas de contratación y despidos (119), el efecto de la tributación sobre el incentivo para trabajar (110) y costos redundantes (108).

Adicionalmente, los factores más problemáticos para hacer negocios en la República Dominicana son la corrupción y la ineficiencia de la burocracia gubernamental, ambas variables muy relacionadas entre sí. Les siguen -muy de cerca- las tasas impositivas, la inadecuada educación de la fuerza de trabajo y la inseguridad (crimen y robo).

Explícitamente, el Foro Económico Mundial establece: «El marco legal y administrativo dentro del cual interactúan los individuos, las firmas y los gobiernos determinan la calidad de las instituciones públicas de un país y tienen una fuerte conexión con la competitividad y el crecimiento. Influencian las decisiones de inversión y la organización de la producción y juegan un rol principal en las maneras en las que la sociedad distribuye los beneficios y los costos de las políticas y las estrategias de desarrollo».

En otras palabras, el crecimiento y la estabilidad macroeconómica de nuestro país no tienen un significativo impacto social debido a que los mecanismos de transmisión de sus beneficios, tales como las instituciones y el mercado laboral, no funcionan en los niveles mínimos requeridos. Las medidas administrativas pueden ser un paliativo, pero lo fundamental está en las políticas correctas y, sobre todo, en la voluntad política para ejecutarlas.

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